…¿Y qué vamos a hacer los dos solos aquí? No veo a otro como tú, ni tampoco se ve a otro como yo.
Dijo con alegría el sol: vamos a volver a sembrar.
Espectáculo en español u italiano a según del país, para alumnos de las escuelas secudarias de primer y segundo grado, sobre los temas vinculados al femenino, micromachismo y estereotipos de géneros.
Duración del espectáculo 60 minutos más actividad sucessiva con el público de 20/30 minutos
texto de Chiara Boscarco
finalista al Premio Hystrio Scritture di Scene 2011
No mires atrás
de Chiara Boscaro
traducción italiana Marta Bevilacqua
con Higinio Rodríguez e Marta Bevilacqua
habitat Plasma
artwork Giulia Gagliano
fotografía Cristina Le Noci
producción Settembre Teatro
duración 60 minutos más actividad sucesiva
un especial agradecimiento a Alisa Matizer, Stefania Savoia e Domenico Matarozzo
sinopsis.
Una mujer camina por el campo y la muerde una serpiente. Entonces inicia su descenso al Inframundo, el hogar de Hades. Quedará atrapada para siempre. Orfeo, su marido, no acepta la pérdida. Él la sigue, desciende también, pero como vivo, y reza a Hades hasta que le permite volver a casa con Eurídice. Sin embargo, debe cumplir con una condición: pase lo que pase, él nunca podrá mirar hacia atrás. Se se da la vuelta, ella morirá. Pero ¿qué sucede si ella, abajo, estuviera bien? ¿Y que sucedería si esto ocurriera en nuestros días? ¿Si sucediera hoy?
Orfeo y Eurídice son una pareja, son jóvenes, tienen todo el tiempo del mundo. Ella sufre una agresión sexual, y desde ese momento se encierra en sí misma y en su propia casa, su inframundo personal. Él está excluido de este infierno, es más, está expulsado. "Nuestra historia ha terminado", le dice ella, y que se busque otro pasatiempo. Pero él no la dejará escapar. Con la arrogancia de lo que él llama amor, se presenta frente a una puerta cerrada, reclamando a su mujer, su amada. No tiene otras palabras para decirlo, excepto las de las películas, no tiene palabras para definir nada de lo que está a punto de descubrir. La puerta esta cerrada. Él amenaza, reza, engatusa. Él está allí como vivo, ajeno, no sabe que tendrá que poner mucho en juego, e incluso perder algo, para recuperar a su Eurídice. No sabe que tendrá que esperar, no sabe que tendrá que enfrentarse a una horrible verdad, antes de poder persuadir a Eurídice para que vuelva a él, para que vuelva a la luz.
appuntes de la autora.
Con este texto trato de hablar sobre la dificultad lingüística de mi generación frente al dolor. Escapamos de las definiciones triviales para construir nuestra identidad y somos demasiado líquidos para encontrarla solos. Una cosa está clara, vivimos en el terror del dolor y de la muerte, evitamos hablar de eso, nos da vergüenza. Si no hablamos de eso, no existe. Pero entonces, cuando realmente lo vivimos, ya no tenemos no palabras para hablar.